Crónica de Rebeldes 79 en Mytho Bilbao: Una noche de rockabilly eterno
Las agujas del reloj parecían retroceder con Rebeldes 79 el sábado 15 de febrero en la sala Mytho de Bilbao. No éramos solo espectadores; éramos viajeros en el tiempo, rockers de alma y corazón que, con tupés bien firmes y chaquetas de cuero gastadas por la historia, nos adentramos en un templo donde el rockabilly sigue rugiendo con la misma fuerza de siempre.
Sobre el escenario, los legendarios Rebeldes79, la formación original que hace 46 años nos enseñó que el ritmo se lleva en la sangre y la carretera en el alma. Carlos Segarra, Aurelio Morata y Moisés Sorolla se fundieron con nosotros en un solo latido. La electricidad en el ambiente se podía palpar con los dedos; el rugido de los amplificadores anunciaba que la noche sería un torbellino de riffs, contrabajos saltarines y tambores que marcan el pulso de una generación entera.
La presentación de Al Este del Edén, su nuevo LP, fue como un cóctel servido con la medida exacta de nostalgia y frescura. Abrieron con «Harley» y «Hombre de mala fama», un bólido de ritmo frenético que nos llevó de vuelta a las carreteras interminables donde el rock and roll es religión. Segarra dio voz al coche, y en su canto reconocimos nuestra propia historia: aceleraciones, derrapes y un destino escrito en acordes de guitarra.
«Red hot», «Ave nocturna», «Jitterbop baby», «Love potion 9», «No quiero verte», «Una manera de andar», «My way», «Don’t push» y «Rock around with Ollie Vee» (Buddy Holly). Cuando sonó «Negro carbón», un escalofrío recorrió la sala. Era un guiño al pasado, un puente que nos conectaba con aquel Cerveza, chicas y rockabilly de 1981. Más pausado, más denso, pero con la misma esencia pura y rebelde de entonces. Moisés Sorolla marcó cada golpe como un latido inquebrantable, mientras Aurelio cantaba con esa voz que es puro whisky añejo.
Aurelio tomó el micrófono en «Volveré a Memphis» ya finalizando el concierto, y por un instante la sala se convirtió en un club de carretera de la América profunda. El contrabajo marcaba el compás como un motor en marcha, la guitarra chisporroteaba como un cigarro encendido en la penumbra, y todos coreábamos un estribillo hecho para quedarse tatuado en el alma. Tardes en el Georgia siguió el viaje con Segarra de vuelta al frente, un tema que nos hizo sentir el calor de los bares donde los hielos tintinean al ritmo del swing.
Para ir acabando antes de los bises «Soy del Rock And Roll».
Pero si algo hizo aún más especial la noche, fue el buen sentido del humor de Carlos Segarra. Entre canción y canción, no perdió la oportunidad de bromear con el público, arrancando carcajadas entre los asistentes. “¡Esto no es un concierto, es un reencuentro de colegas de toda la vida!”, soltó con una sonrisa, mientras afinaba la guitarra. Además, en un gesto de cariño al público bilbaíno, se atrevió con algunas palabras en euskera: “Eskerrik asko, lagunak!” se le escapó con una picardía que solo él sabe manejar, ganándose aún más a los presentes.
En Bilbao invitaron al guitarrista vizcaíno Manu Heredia y al saxo el catalán Big Dani Pérez (sustituyendo a Dani Nel·lo, el saxofón dorado de los viejos Rebeldes). Su soplido era fuego, su melodía una llama que encendió el escenario. En varias canciones como «Rosas en tu honor», su saxofón nos envolvió en un torbellino de rhythm & blues, soul y rock and roll de la vieja escuela. Fue el toque maestro, la pincelada final de una obra de arte sonora. Qué maravilla el saxofón de Big Dani!!!
Cuando el concierto parecía llegar a su fin, el público, sediento de más rock and roll, rugió al unísono pidiendo bises. Y Rebeldes79, fieles a su espíritu indomable, no nos dejaron con las ganas. Arrancaron con «Al este del Edén», himno de carretera y de almas errantes, como si el escenario se convirtiera en el último refugio antes de emprender un viaje sin destino fijo. Después, llegó «Roll Over Beethoven», y entonces ya no estábamos en Bilbao: éramos parte de una historia universal de rock and roll, con Chuck Berry sonriendo desde algún rincón del universo.
Pero aún quedaba gasolina en el depósito. «Cerveza y Rock And Roll» explotó como un brindis multitudinario, un pacto de sangre entre músicos y público que decía, sin palabras, que la noche no debía acabar nunca. se saltaron una canción que tenían apuntada en el setlist, ‘Eres un rocker’. Grrrrrrr! Menos mal que al menos se lucieron con la versión del ‘Red Hot’ de Billie Lee Riley, que la revisaron vía Robert Gordon con Link Wray. Y para cerrar con broche de oro, «Esto es Rock And Roll» fue la declaración definitiva. No había dudas, no había fisuras: el rock and roll no es solo música, es una forma de vida, y en la sala Mytho de Bilbao quedó claro que Rebeldes79 sigue llevando la bandera con orgullo.
Cuando el último acorde se disipó en el aire, todos sabíamos que habíamos vivido algo grande. No un simple concierto, sino una celebración de lo eterno, una noche donde el tiempo se detuvo y el rockabilly nos hizo sentir inmortales. Y los que estuvimos allí, con los pies desgastando el suelo y el corazón latiendo al ritmo de un contrabajo indomable, sabemos que Rebeldes79 sigue siendo la banda sonora de nuestras vidas.
(Fdo: David Ramos)