Crónica de Dani Martín en el Bizkaia Arena de Barakaldo
Dani Martín volvió al Bizkaia Arena de Barakaldo con la gira más nostálgica y esperada por todos sus fans.
11.500 personas habían agotado las entradas desde hacía un tiempo atrás con intención de no perderse el concierto que nos trae las canciones más memorables de El canto del loco. Un placebo para quienes nos hemos resignado a no volver a ver a la banda tocar juntos.
Esta gira que en un principio iba a ser llamada “Lo que me de la gana”; pospuesta en varias ocasiones por la crisis mundial de la pandemia del coronavirus y que ha puesto al cantante (como al resto del mundo) en una situación en la que la frase se convertía más en un deseo que en una decisión, fue renombrada “Qué caro es el tiempo».
Y es que en palabras del artista “Después de lo que hemos vivido y de lo que no hemos podido vivir, ya no tiene sentido que la gira se llame “Lo que me de la gana”.
“La suerte de mi vida» fue la canción con la que abría la noche, vestido de negro con una cazadora en la que se podía leer el nombre de la gira. Enérgico y arrollador en cada estrofa. Se respiraba emotividad en el BEC y es que como él mismo dijo, tras la primer canción, estábamos allí para escuchar esas canciones que nos llevan a lugares donde alguna vez sentimos algo.
Le seguía la sorpresa de la gira una canción nueva escrita durante el confinamiento titulada “No, no vuelve». Seguida de otras melódicas inolvidables como “Cero» o “Volverá».
Los primeros acordes del piano de Iñaki García provocaron un aluvión de suspiros en el publico que reconoció la melodía de inmediato de la clásica “Peter Pan».
En un concierto en el que muchos de los presentes tenían la emoción a flor de piel con tanto golpe de reminiscencia. No faltó tampoco la sinceridad de un Dani Martin introspectivo y molesto al hablar de esta extraña etapa que la pandemia nos hace vivir. “No siempre hay que hacer lo que pide la gente, sino lo que te sale de dentro» aconsejaba el cantante.
Pero también hemos tenido momentos pletóricos y de mucha euforia. Con una espectacular puesta en escena: dos gigantescas pantallas a los laterales del escenario, una pasarela central por la que desfilaba el cantante desbocado en canciones como “Nada volverá a ser como antes», “Mentira» o “Los huesos» con Cris Méndez (las dos últimas pertenecientes a su último disco solista) y una mega pantalla central que trasmitía en vivo lo que dos cámaras móviles grababan. Además de la espectacular iluminación. Y las llamaradas de fuego sobre el escenario.
“Hay un estudio que dice que después de veinte minutos, el cerebro empieza a desconcentrarse…” decía el cantante en un fallido intento de disuadir a su público de continuar con el show. Y es que veintidós canciones son pocas cuando todas han sido teloneras de nuestra propia historia de vida. Aun faltaban “Una foto en blanco y negro», “Qué caro es el tiempo» y “Dieciocho” entre otras.
La mítica “Zapatillas” contó con su icónica mascota: un gorila que bailaba de un lado a otro sobre el escenario.
Y pese a la resistencia del público a que finalizara el evento, la banda se despedía bailando “Blitzkrieg bop» de Los Ramones, ante la incrédula mirada de sus seguidores, que habían sentido que el tiempo pasó volando, paradójicamente.
(Texto: Lourdes Ody)